Un año. Ya va un año sin pasarme por acá. Y en ese año han pasado demasiadas cosas; cosas que me hicieron volverme más amargada. Ahora tengo menos amigos, los problemas en mi casa van disminuyendo aunque siempre habrá alguien que nos arruine la felicidad. Y sí, hablo de los idiotas que nos rompieron el corazón a mí y a mi hermano. A mí, me lo rompió Michel (al que yo llamaba "Mitch") y a mi hermano una zorra de nombre Imelda. Odio todo esto. Pero mi hermano se está recuperando y eso es lo que verdaderamente importa, y creo que ya le llama la atención otra chica, y él merece ser feliz, así que adelante hermanito. Y yo, yo sigo igual de idiota que siempre. Aprendí a olvidar a Michel, y entendí que nunca estuvimos hechos el uno para el otro el día que vino por primera vez a mi casa, a hablar con mi mamá. También lo supe el día que me enteré que él no había cambiado, que seguía siendo el mismo mujeriego de siempre, y sé que nunca va a sentar cabeza para una relación formal. Y para decir verdad, hace poco me di cuenta que sólo fue un escape, que en verdad sigo estúpidamente enamorada de mi ex-novio (y último): Fernando. Él fue mi primer amor y hasta ahora no he podido superarlo, aun con todo el daño que me causó mis sentimientos no disminuyeron. ¿Soy una imbécil, cierto?
Y ahora que estamos hablando de chicos, he rechazado a varios que en verdad eran buenos prospectos pero no eran de mi tipo y no me gustaban. Soy tan complicada, de verdad.
Ahora estoy en preparatoria, un grado más arriba del que estaba el año pasado. Y ahí también conocí a un chico el cual todavía me atrae, pero hay un pequeño gran problemita: Tiene novia. Mi mala suerte sigue y dudo que se vaya.
Pero a decir verdad, lo que más me emociona y de lo que estoy profundamente enamorada en estos momentos, es de psicología.
Prometo pararme más seguido por aquí, Diario, necesito desahogarme.
Sin más que contar, me despido por lo pronto.
Guisela.